Cuando aún seguimos pendientes de los últimos datos sobre
los meteoros que cayeron en Cogollos de Guadix hace pocas fechas, un suceso
similar tuvo lugar en el norte peninsular tan solo dos días después.
Un bólido fue avistado en la noche del martes 12 de febrero sobre
el cielo del norte de León y en distintos puntos de Asturias, Galicia y
Cantabria. «Una bola de fuego con una
cola verde. Espectacular, increíble”, en palabras de los numerosos testigos
que en las redes sociales quisieron dejar testimonio del fenómeno. Eran las
20.49 horas del martes.
Imagen del bólido captada por un conductor en Santander desde su vehículo. |
La presencia del veloz bólido apenas duró tres segundos, con
una trayectoria noreste desde Compostela, a través del mar Cantábrico, y con
punto final alrededor de 150 kilómetros
de la costa del Principado, según atestiguó el director del Observatorio Astronómico
Ramón María Aller de la Universidade
de Santiago (USC), José Ángel Docobo, tras analizar los testimonios recibidos
desde los puntos donde el fenómeno luminoso fue avistado.
Docobo, ha precisado que "lo
más probable" es que haya sido "una piedra cósmica que entró en la atmósfera". Tras descartar
el Observatorio de que pudiera tratarse de un cohete o un satélite artificial,
indicaron que era un bólido, «un tipo de
fenómeno que no es raro, pero obviamente no ocurre todos los días».
Es cierto que no se producen todos los días, aunque la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoros
ha recogido bastantes casos ocurridos durante las últimas semanas sobre
nuestros cielos. Así, se han registrado -en lo que llevamos de año- una decena de
sucesos de parecido carácter en distintos lugares de la Península que pueden
ser consultados en su web.
Según la esta institución, se denomina bólido o bola de fuego a las estrellas
fugaces más luminosas, aquellas que igualan o superan el planeta Venus
(magnitud de brillo -4 o inferior). Estos fenómenos son producidos cuando una
roca de origen interplanetario penetra en la atmósfera terrestre a velocidades
comprendidas entre 11 y 73 km/s. Suelen ser rocas desprendidas de asteroides,
cometas o, más raramente, de la Luna o Marte
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